A comienzos de los años 50, Marlon Brando irrumpió en el cine con una forma de actuar que revolucionó Hollywood. Formado en el método Stanislavski, que más tarde perfeccionaría en el Actors Studio de Nueva York bajo la dirección de Stella Adler, Brando se sumergía completamente en sus personajes, logrando interpretaciones cargadas de naturalidad e intensidad emocional.
Durante los años 60, Brando siguió ofreciendo grandes interpretaciones. Sin embargo, su comportamiento en los rodajes comenzó a ser problemático. Brando se negaba habitualmente a seguir las indicaciones de los directores, improvisando diálogos y, en ocasiones, se ausentándose sin previo aviso. A medida que su reputación de excéntrico y actor difícil de dirigir crecía, su carrera comenzó a sufrir altibajos.
Todo cambió a comienzos de los años 70, cuando Francis Ford Coppola le ofreció el papel de Don Vito Corleone en 'El padrino' (1972). Su interpretación le valió su segundo Oscar, pero en un acto de protesta contra la representación de los nativos americanos en el cine y el trato que recibían en Estados Unidos, Brando rechazó el premio y envió en su lugar a la activista Sacheen Littlefeather, quien leyó un discurso denunciando la situación de los pueblos indígenas y mencionó el asedio a Wounded Knee, donde el movimiento sioux oglala mantenía una ocupación en defensa de sus derechos.
Sus últimos años en el cine estuvieron marcados por papeles secundarios que poco recordaban al actor que había redefinido la interpretación.
Pese a su declive, Marlon Brando es considerado el mejor actor de la historia del cine. Johnny Depp afirmó que era "el mejor actor de los últimos dos siglos", mientras que Jack Nicholson señaló que decir que Brando era el mejor era algo "obvio". Sin embargo, el propio Brando se mostraba ajeno a estos reconocimientos. En una entrevista para televisión en el año 1989, la periodista Connie Chung le preguntó si era consciente de que la mayoría de la gente lo consideraba el mejor actor de todos los tiempos. El propio Brando respondió dando su particular visión al respecto: "Tim, mi perro, es el mejor actor de todos los tiempos. Finge que me quiere cuando quiere algo de comida. ¿Qué diferencia hay? Ves, eso es una parte de la enfermedad de América. Esa necesidad de pensar en términos de quién gana o quién pierde. ¿Quién es bueno? ¿Quién es malo? ¿Quién es mejor? ¿Quién es peor? Siempre pensamos en esos términos, y en otros términos extremos. No me gusta pensar de esa manera, todo el mundo tiene su valor de diferentes maneras, y no me gusta pensar quién fue el mejor en esto o aquello. ¿Qué sentido tiene?", decía el actor.